Las neuronas espejo

Las neuronas espejo fueron descubiertas casi por casualidad por un grupo de investigadores de la Universidad de Parma, liderado por Giacomo Rizzolatti, premio Príncipe de Asturias de Investigación en 2011. Ocurrió mientras indagaban en las regiones motoras del cerebro de los macacos, aquellas que reflejan el movimiento. Durante el estudio, estas zonas se activaron en el animal cuando vio como un investigador hacía un gesto; sin embargo, el macaco no se llegó a mover, es decir, solo reprodujo esa acción en su cerebro. Aunque al principio los investigadores pensaron que podría ser un simple mecanismo de imitación, las pesquisas demostraron que era una función mucho más compleja.

“Son un tipo de neuronas particulares que se caracterizan por activarse tanto cuando realizamos una acción como cuando percibimos que otro realiza una acción semejante. Las neuronas espejo reflejan el comportamiento de los otros y simulan en primera persona la acción percibida como si fuera realizada por nosotros mismos”, explica la investigadora en neurociencias Silvina Catuara Solarz. Este sistema permite al cerebro interpretar incluso las intenciones de los otros, es decir, que se activa aun cuando no ve la acción. En él reside la clave de la empatía y del desencriptado de la comunicación no verbal y de las emociones de los demás.

Lo cierto es que cada persona muestra diferentes niveles de empatía ante la misma situación, pero también hay algunas coincidencias. Así, los individuos se conmueven más con las desgracias que ocurren dentro de su grupo social. La nacionalidad, la edad, el sexo, etc, determinan el nivel de implicación emocional, de ahí que nos sintamos más abatidos por un atentado en España que por otro en Estados Unidos y, a su vez, que este sea más doloroso que uno en Yemen. También la exposición continua a ciertas imágenes o noticias merma nuestra capacidad de empatía pues el efecto impacto desaparece y sufrimos una desensibilización. “Esto no significa que perdamos la capacidad de empatizar —puntualiza Catuara—, sino que por el hecho de estar continuamente expuestos a este tipo de estímulos nuestra respuesta emocional es menos intensa”.

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