Así “hackean” las drogas nuestro cerebro

Capaz de dominar nuestra voluntad, la drogadicción es uno de los grandes problemas de salud a los que nos enfrentamos. Por ejemplo, el último informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías señala que entre los consumidores de cocaína que inician tratamiento, aproximadamente el 50 % lo había hecho previamente, lo que revela la elevada tasa de recaída en su consumo.

Las modificaciones cerebrales empiezan ya desde la primera vez que se prueba la droga y se intensifican durante los periodos en los que deja de tomarse. Al final, la persona adicta no puede olvidar ni el contexto en el que consumía (lugar, gente, situaciones…) ni la sensación desagradable al parar de hacerlo. Por eso es tan habitual que recaiga.

Uno de los mecanismos que ayuda a mantener la estabilidad de la memoria, incluida la hackeada por las drogas, es el desarrollo de las llamadas redes perineuronales (PNN). Son una especie de malla que rodea a algunas de nuestras neuronas, evitando que se pierdan conexiones ya formadas y favoreciendo la estabilidad de los circuitos cerebrales al dificultar la formación de conexiones nuevas.

Este resultado nos hace pensar que las PNN contribuyen a mantener a largo plazo las memorias originales relacionadas con la drogadicción, porque estabilizan los cambios cerebrales que se producen en los circuitos de la memoria. Sin ellas, el recuerdo de todo aquello que nos atrae de las drogas es más inestable, y su afán por buscarla menos persistente.

Ésta y otras investigaciones en neurociencia podrían propiciar, en el futuro, la creación de nuevas terapias que eviten las recaídas y ayuden a las personas adictas. Que, no lo olvidemos, están enfermas.

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