Los seres humanos, al igual que el resto de seres vivos, portamos un reloj biológico interno –el consabido ‘ritmo circadiano’– que, básicamente, nos dicta cuando debemos alimentarnos y cuando debemos dormir. Un ritmo que, en el caso de los humanos, se rige por un ciclo de 24 horas –por lo general sincronizado con la alternancia entre día (luz) y noche (oscuridad)– y cuya alteración puede tener consecuencias muy graves para la salud. De hecho, numerosos estudios han demostrado que alterar este reloj biológico se asocia a un riesgo mayor de numerosas enfermedades, caso de las cardiovasculares y de la depresión. Pero aún hay más. Según muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Charité de la Universidad de Berlín (Alemania), parece que este ritmo circadiano también nos protege frente al cáncer.
Como explica Angela Relógio, directora de esta investigación publicada en la revista «PLOS Biology», «basándonos en nuestros resultados, parece que el reloj biológico actúa como un supresor de tumores, por lo que eludir este control circadiano supone una ventaja para las células tumorales. Por tanto, no puedo sino preguntarme si la interrupción de este ritmo circadiano debería ser incluido como la próxima seña característica del cáncer».
Como concluyen los autores, «a la luz de nuestros hallazgos y de los alcanzados en los estudios con cronoterapia realizados hasta el momento, es posible que necesitemos replantearnos el tratamiento del cáncer e incluir el factor ‘tiempo interno’ para lograr unos efectos terapéuticos óptimos».