Las consecuencias psíquicas de la pandemia

Antes de que empezara la pandemia de covid-19, el mundo ya vivía inmerso en una profunda crisis de salud mental. Pese a que al menos la cuarta parte de la población estaba destinada a padecer enfermedades mentales a lo largo de su vida, las autoridades sanitarias no tomaban las medidas proporcionales a la gravedad del asunto.

El aislamiento físico al que se vio sometida la población, sumado al pavor y al desconcierto por los efectos inmediatos del virus sobre la salud, fueron dos de los principales detonantes. Pero también contribuyeron los problemas económicos, la desinformación y los rumores (a menudo angustiosos) sobre todo lo que rodea a la covid-19.

Los que se han llevado la peor parte de este peaje psíquico de la pandemia han sido los niños y los adolescentes. Sin el entorno estructurado de la escuela, y tras perder las rutinas familiares y la posibilidad de practicar deporte, o incluso de salir con amigos, han sufrido consecuencias adversas más prolongadas e intensas. Los trastornos de la conducta alimentaria y las tentativas de suicidio han sido las estrellas en las franjas de edad adolescentes y juveniles.

Aunque no hemos alcanzado ni de lejos las metas de salud mental fijadas para 2020 por la Organización Mundial de la Salud, esta no pierde la esperanza y nos ha concedido una generosa prórroga. Tenemos hasta 2030 para conseguir que el acceso a una atención de salud mental de calidad sea universal.

https://theconversation.com/salud-mental-2021-las-consecuencias-psiquicas-de-la-pandemia-174254