El autismo no es una sola enfermedad, sino muchas diferentes. Por eso hablamos de trastorno del espectro autista (TEA) para referirnos a un grupo de trastornos del desarrollo neurológico que implican una comunicación e interacción social alterada, así como conductas repetitivas y estereotipadas.
Las investigaciones han demostrado que existe un claro componente genético en el TEA que hace que el segundo hijo de padres con un hijo con autismo tenga entre un 2 % y un 18 % de posibilidades de padecerlo. Además, si un gemelo monocigótico tiene TEA, existe un 90 % de posibilidades de que su hermano esté afectado.
Aparte del componente genético, la evidencia científica disponible sugiere que probablemente hay muchos otros factores que hacen que un niño sea más propenso a tener autismo, incluidos factores ambientales, hormonales, inmunológicos y, según sabemos ahora, relacionados con el microbioma.
El nexo entre la microbiota intestinal y el autismo es, sin duda, una de las áreas más fascinantes de la investigación sobre el microbioma. Estudios preclínicos han demostrado que los niños con TEA tienen una composición alterada de la microbiota intestinal. Al parecer, las comunidades bacterianas intestinales difieren entre los individuos con TEA y las personas que no presentan un trastorno del espectro autista.
https://theconversation.com/descubierta-la-posible-relacion-entre-el-microbioma-y-el-autismo-234286