Para que el virus SARS-CoV-2 entre en las células humanas, la proteína S (Spike) de su envuelta debe unirse a la proteína celular ACE2. El éxito de las vacunas depende de que se generen anticuerpos, también conocidos como inmunoglobulinas, capaces de unirse y bloquear al virus antes de que penetre en las células.
Sin embargo, “el corto tiempo de reacción a la pandemia hace que, mientras se logra una vacuna eficaz, métodos como el de la administración de anticuerpos neutralizantes generados fuera del organismo parezcan la mejor opción”, indica el inmunólogo Balbino Alarcón, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en Madrid, dependiente del CSIC y de la Universidad Autónoma, cuyo equipo se ha centrado precisamente en el desarrollo ultrarrápido de este tipo de anticuerpos humanos sintéticos mediante el desarrollo de una nomenclatura de combinaciones de mutantes que se unan de la forma más adecuada a la proteína del SARS-CoV-2.
El proyecto se basa en su producción mediante dos estrategias diferentes: la modificación de un anticuerpo humano neutralizante del anterior virus SARS de 2002 (SARS-CoV-1) para convertirlo en otro que bloquee al SARS-CoV-2 actual y, además, generando de forma acelerada nuevos anticuerpos mediante la recreación de un centro germinal en placas de cultivo, es decir, fuera de personas o animales.