Hace años que se discute sobre si en el cerebro maduro se pueden generar nuevas neuronas o esta capacidad desaparece tras los primeros años del desarrollo. Está claro que durante el desarrollo embrionario se producen neuronas de más y que muchas perecen en este proceso debido a que no pueden establecer las relaciones adecuadas con otras neuronas u otras células. Después de todo, la interacción entre las neuronas es esencial para su supervivencia, si se quedan aisladas, mueren.
Cada vez tenemos más claro que la deficiencia cognitiva o el alzhéimer asociados a la edad son multifactoriales y que la pérdida de conexión entre las neuronas es clave para que éstas mueran y desaparezcan. Por tanto, la preservación de las conexiones o sinapsis entre las neuronas mantiene a éstas funcionales y, en consecuencia, bloquea o enlentece el progreso de la neurodegeneración.
En todo este proceso, no solo la acumulación de proteínas mal plegadas tanto fuera como dentro de las células desempeña un importante papel. También es esencial la actividad de las células de glía, que mantienen la actividad neuronal, su metabolismo y la eliminación de residuos a la vez que controlan procesos inflamatorios.