La evidencia de que los microorganismos contenidos en los alimentos pueden convertirse en componentes del microbioma humano despierta mucho interés desde hace tiempo. Recientemente, un grupo internacional de investigadores liderado por Nicola Segata, de la Universidad de Trento (Italia), ha publicado en la revista Cell el mayor estudio sobre el tema hasta la fecha .
Este proyecto se llama MASTER (siglas de Microbiome Applications for Sustainable food systems through Technologies and EnteRprise) y es parte de un consorcio europeo que busca, como apuntábamos, explorar y caracterizar la diversidad microbiana de los alimentos y su impacto en el microbioma humano.
Según los datos, los microorganismos presentes en la comida muestran sorprendentes similitudes con los que habitan en el intestino humano. Aunque el solapamiento entre estos microbiomas es moderado, representa un hallazgo significativo: aproximadamente el 11 % de las especies de nuestro intestino podrían estar influidas por lo que comemos. En los bebés, la proporción es bastante más elevada: alcanza hasta el 50 %. Este descubrimiento subraya la profunda conexión entre la dieta y nuestra salud microbiológica.