El estrés podría convertirse en estímulo de enfermedad

«El estrés forma parte de la vida. Activa nuestras defensas. Como las emociones, todos nos enfadamos y estamos tristes, el corazón se acelera, nos tensamos… Pero cuando algo es muy presente en nuestra vida, se convierte en trastorno». Y según explica Antonio Cano, catedrático de Psicología y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), el estrés puede abrir la puerta a la ansiedad, la depresión y a anomalías de salud física. El malestar puede somatizarse en problemas digestivos, dermatológicos… que empeoran cuando se tiene más carga de trabajo. Cuanto más sometidos estemos a estrés, más riesgo de contracturas musculares o dolor, problemas cardiovasculares como hipertensión arterial o arritmias, incluso cuando el sistema cardiovascular no tiene ningún problema, pues tiene que ver también con los pensamientos de la persona», afirma.

La psicóloga Nathalie P. Lizeretti, considera el estrés como «la epidemia de las sociedades modernas, el cáncer de nuestra sociedad. Esa rabia por no llegar a cumplir con las exigencias externas e internas, miedos o tristeza, que son las emociones vinculadas al estrés, también son facilitadas por determinadas características personales». En cualquier caso, apunta, «el estrés sostenido no deja nada bueno ni en la mente ni en el cuerpo, y una buena gestión emocional ayuda a tratar pero sobre todo a prevenir el estrés, pues el autoconocimiento es necesario para conocer las propias limitaciones y aceptarlas».

El especialista adecuado para tratar el estrés propiamente dicho es el psicólogo. «Pero la persona puede necesitar también la intervención del psiquiatra para la prescripción de medicación que le ayude en un primer momento a contener y paliar los síntomas mientras se hace un trabajo psicológico», explica la psicóloga Nathalie P. Lizeretti.

 

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