El cierre de la orejuela ‘abre la puerta’ a la prevención del ictus por fibrilación auricular

El cierre de la orejuela izquierda, estructura muscular del corazón localizada en la aurícula, es una buena opción para pacientes con fibrilación auricular (FA), patología que eleva significativamente sus posibilidades de sufrir un ictus. Se trata, por tanto, de “un procedimiento intervencionista todavía poco conocido, pero con demanda asistencial creciente”, indica Pablo Salinas, de la Unidad de Hemodinámica del Servicio de Cardiología, englobado en el Instituto de Investigación Cardiovascular, del Hospital Clínico de Madrid, centro pionero en la realización de esta técnica con la que acaba de alcanzar las cien intervenciones.

El interés por extender el cierre de la orejuela se sustenta en datos: entre el 1 y el 2% de la población tiene fibrilación auricular (FA), la arritmia más común y cuya frecuencia aumenta a medida que la población envejece: por encima de los 75-80 años, esta cardiopatía aparece en un 5% de las personas. “El progresivo envejecimiento de la población hace prever que la FA aumentará de forma paralela”, sin olvidar además que conlleva un riesgo aumentado de ictus: de hasta cinco veces más que el que presenta la población general. Pero, ¿cuál es el papel de la orejuela en todo este entramado de cifras? Salinas responde que “se considera que entre el 90-95% de los ictus por FA se originan por trombos en la orejuela izquierda”, por lo que actuar sobre esta zona sería esencial.

Para Salinas, otra de las ventajas de esta práctica es que, una vez que se ocluye la orejuela, “se puede bajar un escalón terapéutico: de la anticoagulación a la antiagregación, estrategia que disminuye la posibilidad de hemorragias. En algunos pacientes, pasado un tiempo y según el riesgo de sangrado, es posible retirar incluso la antiagregación”.

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