Cómo superar el síndrome postvacacional

Para la mayorías de los españoles, las vacaciones de verano ya han llegado a su fin. Ahora lo que se ve en el horizonte no es el mar, ni la montaña, sino el llamado «síndrome postvacacional». Un proceso que, según los expertos, puede generar apatía, insomnio, irritabilidad, nerviosismo e incluso somatizaciones durante unos días, siempre que no se alargue y acabe activando una depresión.

El psicólogo Juan Cruz, experto en programas de ocio y organizador de talleres de motivación laboral, recomienda partir de la prevención. Firme defensor de la fragmentación de los 30 días de vacaciones en varias etapas, Cruz explica que hay que convertir las vacaciones «en algo normalizado». «Solemos idealizar las vacaciones, pero al final no hacemos todo lo que esperábamos. Es mejor repartir los días, para que tengamos respiros», explica. Pero una vez llegados a este punto (el fin de las vacaciones), hay algunas prácticas que se pueden poner en práctica:

  • -Pensar en positivo: Aunque no todas las situaciones son iguales, pensar en positivo es fundamental: no ver en la oficina un sinónimo de «castigo», sino del medio que permite mantener un determinado estilo de vida.
  • -Potenciar esa faceta especial: Por ejemplo, a quien le guste comer con sus compañeros, además de hacerlo, puede plantear cambiar el sitio de la comida y probar algún restaurante diferente.

-No adelante acontecimientos: «Muchas veces generamos unas expectativas que nos pueden hacer sufrir», asegura Cruz. Lo mejor es no adelantar acontecimientos ante lo que nos espera en la oficina, ya sea la avalancha de trabajo que se haya acumulado, esa situación tensa o incómoda que había antes de verano o esa conversación con el jefe que estaba pendiente.

-Una nueva actividad: Septiembre se plantea como el «inicio de curso» de muchas actividades, por lo que es el momento idóneo para iniciarse en aquello que uno desee. Para aquellos que siempre han querido aprender a bailar, podría ser ahora cuando por fin encuentren el empuje para apuntarse a clases de bailes de salón. O iniciar una rutina de ejercicio, aprender un idioma extranjero, pintar, tocar un instrumento, hacer fotografías…. cualquier actividad que podamos integrar en la rutina semanal es buena, siempre que nos aporte ilusión.

Fíjese una meta concreta: Desde planificar alguna escapada de fin de semana, hasta plantear un nuevo proyecto que pueda llevar a cabo en el trabajo y que sienta como algo suyo.

Deje de pensar en pasado: Lo mejor que puede hacer ya es centrarse en la realidad y «sacarle provecho para que sea lo más agradable posible».

Y por supuesto, duerma y coma bien: De esta forma se puede minimizar el cansancio físico derivado del proceso. Además, es importante haber llegado del retiro estival unos días antes de empezar en el trabajo para poder ir preparando el momento y regularizar los horarios y hábitos.

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